Hidrocarburos 4.0: cómo son las nuevas torres petroleras de San Rafael, únicas en la región

Los cuatro socios fundadores de Jet Oil Technology, Eduardo Rosales, Miguel Fortunato, Roberto González y Edgardo Ferreyro; son oriundos de San Rafael. En ese departamento mendocino tienen una empresa que sumó asociados como partes capitalistas y financieras, que le dieron impulso a una de las únicas firmas de América Latina que fabrica torres petroleras livianas con tecnología de punta o lo que en la industria se denomina equipos de pulling Light Workover autoportantes, totalmente hidráulicos.

Concebida desde sus inicios como una empresa de tecnología e Industria 4.0, en marzo de 2023 estará listo el primer equipo pensado como una suerte de producto en serie, con la consiguiente ganancia en competitividad que ello implica. No obstante, y debido a los altos costos del mismo -que obligan a tener un cliente antes del comienzo de la fabricación- los equipos ofrecen la posibilidad de customización o adaptación a necesidades específicas.

Fabricada íntegramente en San Rafael, la torre de Light Workover –que tiene un valor de un millón de dólares y sirve para reparar pozos petroleros– pronto será entregada. Se trata de equipos que tradicionalmente se fabrican en Estados Unidos, Canadá e Italia y que nada tienen que envidarle los hechos en esos países.

“A las operadoras nacionales les cierra no solo porque es industria nacional sino porque una novedad en sí misma”, comentó Eduardo Rosales, socio fundador y actual presidente de Jet Oil Technology. Se trata del primer producto de serie de la firma que ya tiene contrato cerrado. “Hemos avanzado mucho en integración nacional y hoy estamos arriba del 80% en ese punto”, subrayó Rosales.

El tamaño y versatilidad de la torre permiten no solo el ensamble total en San Rafael sino también su autotraslado como principal diferencia con los equipos tradicionales. “La torre tiene dimensiones para ir por ruta y (la fabricante de camiones) Scania fabricó para nosotros un camión con 5 ejes, súper largo, en donde se puede montar el equipo y, una vez en el área, verticalizarlo para –medidas de seguridad mediante- comenzar con el trabajo”, explicó Rosales. El proceso de llegar a ese componente vertical y diferencial llevó nueve meses de trabajo lo que, después, produjo el impacto en costos.

La apuesta por el servicio

Con 35 empleados, diversos procesos tercerizados y un importante departamento de tecnología, la firma está en pleno proceso de expansión. Es decir, que comenzarán a ofrecer sus productos en el resto de América Latina y hasta en Estados Unidos, donde también tienen ventajas competitivas. Además de la fabricación, el punto fuerte de la empresa es el servicio en distintas áreas pero, en especial, en lo que respecta a la utilización y aprovechamiento de los equipos que construyen.

“Normalmente, las compañías que fabrican la torre no ofrecen el servicio, pero nos dimos cuenta de que parte del éxito de la nueva tecnología es ofrecer la solución, hacernos cargo de su implementación, así como de la puesta en marcha de algo que hasta el momento las operadoras desconocen”, explicó Rosales. Pandemia de por medio, establecer el formato del servicio fue un desafío que les llevó tres años de arduo trabajo pero que, al final, fortaleció la empresa.

El paso para arrancar

Con dos ingenieros made in Universidad Tecnológica Nacional (UTN), una persona con mucha experiencia en petróleo y Rosales, licenciado en Ciencias Económicas con maestría en Costos, entre otros posgrados; los cuatro sanrafaelinos se dedicaron dos años a investigar y desarrollar el proyecto de ingeniería mientras cada uno trabajaba en otras actividades a la par. “Cuando terminamos dijimos: ‘¿Y ahora qué hacemos?’”, relató Eduardo Rosales (43).

La solución que desarrollaron entre 2012 y 2014 fue mejorar las torres petroleras existentes en el país, ya que la mayoría de las que se utilizan son originarias de Estados Unidos y Canadá, pero datan de las décadas del 70 y 80. Por su antigüedad son equipos menos seguros que consumen más y tienen un gran impacto ambiental.

La manera de arrancar fue ganar un premio de Ciencia y Técnica del Banco Mundial, que les otorgó un aporte no reembolsable para comenzar en 2015. Al año siguiente, consiguieron su primer socio para, a fines de 2016, tener su primer prototipo en un pozo petrolero. Desde entonces, el crecimiento ha sido orgánico para, en solo cinco años, estar en pleno proceso de expansión e internacionalización.

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