Incorporan a Arabia Saudí, Irán, Egipto, Argentina, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos. Pretenden impulsar el uso de sus divisas domésticas frente al dólar. El nuevo bloque gana cuota de producción en el mercado de petróleo.
Las relaciones internacionales cambian con el paso del tiempo, y los viejos paradigmas de alianzas entre países evolucionan con los años. Poco antes de la Gran Crisis Financiera, en 2006, Brasil, Rusia, India y China decidieron institucionalizar la colaboración que llevaban a cabo, enormes núcleos de población al margen de la esfera de influencia de Estados Unidos.
Dos años después se unió Sudáfrica, y el grupo se consolidó con las conocidas siglas BRICS. Ahora, 15 años después, el grupo de 5 ha aceptado incluir seis nuevos miembros que habían solicitado su ingreso al club: Arabia, Irán, Egipto, Argentina, Etiopía y Emiratos Árabes.
Al margen de posibles consecuencias de largo plazo, para los mercados la ampliación de este bloque de poder supone consolidar en el mismo grupo a los principales productores de petróleo del planeta al margen de Estados Unidos. Los lazos que se han estrechado en estos últimos años con los acuerdos de la OPEP+ (el cártel de productores de petróleo que recoge a la OPEP y a socios externos como Rusia) se confirman ahora con la nueva configuración de los BRICS.
Los 11 países que ahora conforman el grupo (pasarán a hacerlo oficialmente a partir del 1 de enero de 2024) producen en este momento 43,4 millones de barriles diarios entre todos, un 42% de los 103,4 millones de barriles diarios que se producen a diario en todo el mundo, según los datos que publica la petrolera BP.
La entrada de los seis nuevos miembros prácticamente duplica la cuota de producción mundial de los nuevos BRICS, y puede abrir un nuevo proceso de cooperación entre los miembros en la estrategia de producción de petróleo, contra los intereses de Estados Unidos.
En los últimos años, y más desde que comenzó la Guerra de Ucrania, está creciendo el rumor de que la intención de Rusia, y otros socios del país, es combatir la hegemonía mundial del dólar estadounidense que tanto beneficia al país americano, una divisa utilizada en gran medida para el comercio mundial. De hecho, en esta última reunión, los BRICS se han comprometido a explorar vías para aumentar el uso de sus divisas domésticas.
Entre otras cuestiones, los principales barriles de petróleo de referencia en el mundo se compran y venden en dólares, y su uso generalizado, con una fuente de demanda externa enorme, también por su estatus de divisa de reserva mundial, permite a la primera economía del planeta mantener un elevado nivel de endeudamiento.