Después de un viaje de poco menos de 40 minutos desde Salta, Infobae y otros medios nacionales arribaron a Fénix, la más antigua y más grande operación de extracción y procesamiento de litio en la Argentina.
El trasbordo tiene que ser rápido, el avión apaga por unos minutos un solo motor. Apenas los recién llegados bajan, suben unas doce personas (técnicos, profesionales, operarios) que culminan su turno de 7 días en Fénix e inician sus 7 jornadas de descanso. Son hasta 4 vuelos diarios. La empresa, Arcadium Lithium, cuya expresión legal en la Argentina es “Minera del Altiplano”, tiene dos naves y cuatro pilotos asignados a ese constante ir y venir de personal. Siempre por vía aérea; hacerlo por tierra insumiría al menos 6 horas por caminos y terrenos desafiantes.
En el principio, en la altura
A más de 4.000 metros de altura, en la inmensidad de la Puna, en Catamarca, pero muy cerca de la frontera con Salta y a unos 100 kilómetros la localidad más cercana, Antofagasta de la Sierra (2.008 habitantes según el censo de población 2022), Fénix está en el Salar del Hombre Muerto, cuyas salmueras de litio atrajeron en 1992 a la empresa norteamericana FMC, suerte de abuela de Arcadium. Por entonces, el litio tenía principalmente usos farmacéuticos, servía en el pulido de vidrios y cristales y se usaba además como insumo nuclear, en la fabricación de agua pesada (aunque, paradójicamente, es el mineral más liviano de la naturaleza).
En 1998 en Fénix se inició en la Argentina la producción de Carbonato de Litio, métrica básica de la producción litífera mundial y de Arcadium, surgida de una prehistoria que inició FMC, de la cual surgió Livent, que a fines de 2023 se fusionó con la australiana Allkem (resultado a su vez de la fusión, en 2021, de las mineras Orocobre y Galaxy Resources) para crear Arcadium Lithium, que con una producción de 72.000 toneladas de carbonato de litio equivalente proyectada para 2024 puja por meterse entre las principales litíferas del mundo, selecto club que integran la norteamericana Albemarle, la chilena SQM y las chinas Tianqi y Ganfeng.
Según los planes de la empresa, de la Argentina surgirá casi 70% de la producción mundial de Arcadium, unas 50.000 toneladas de Carbonato de Litio equivalente de sus plantas en los salares del Hombre Muerto y de Olaroz (en Jujuy), y el aporte de la planta de cloruro en Güemes, Salta. Además, Arcadium produce hidróxido de Litio (usado, por caso, en las baterías de BMW y de Tesla, la automotriz de Elon Musk), Butil-litio (usado como catalizador químico, como en la fabricación de neumáticos), y su más reciente novedad, Liovix, un litio metálico que produce en Canadá y sirve para imprimir los ánodos de las baterías de litio y mejorar su funcionamiento.
En definitiva, dice Luciano Mancuso, gerente de operaciones de Arcadium en la Argentina, “somos una empresa de tecnología”.
Las instalaciones que la comitiva recorre en Fénix confirman esa descripción. Después de ponerse campera, calzado, guantes, anteojos especiales, casco y protección auditiva para soportar el sonido del interior de la planta, se deben seguir los consejos para no apunarse. No solo haber tomado antes mucha agua; también caminar y respirar lentamente y evitar movimientos bruscos.
Mujeres
Verónica Encinas y Aline del Olmo, tecnólogas de planta, parte de las cerca de 300 personas de este turno (25% del personal de Arcadium en la Argentina son mujeres, proporción que casi duplica la media nacional del sector minero) orientan y explican –cuando se puede escucharlas– el recorrido. Gigantescas máquinas, tubos, evaporadores, purificadoras procesan salmueras extraídas del subsuelo del salar hasta llevarla de un 0,06 a un 0,15% de pureza de litio y lo vuelven a las piletas de evaporación, donde estarán algunos meses más, hasta llegar a un 6% de contenido de litio. Una lluvia puede demorar ese proceso.
Fénix aplica desde el inicio un proceso (parcial) de extracción directa de litio (DLE, por su sigla en inglés). Los evaporadores mecánicos permiten acortar los tiempos y reutilizar el agua, que en las piletas en cambio se evapora a la atmósfera. “El DLE es hoy un genérico, hay muchas formas de extraer litio como impureza. Nosotros usamos el método de adsorción (así, con “d”), que permite también producir cloruro, aunque usa más agua”, dice Mancuso. La adsorción se hace con resinas que, a diferencia de una esponja (que se empapa interiormente), hacen que los átomos de litio se adhieran en su superficie. “Siempre se puede usar más tecnología para mejorar la huella hídrica”, dice Mancuso. Sin embargo, agrega, “hace 25 años que estamos operando en el área y el subsuelo ni se enteró”.
El uso del agua es el principal cuestionamiento a la producción litífera. Un error de las críticas, dice Mancuso, es confundir el agua subterránea con el agua superficial. En Fénix se había hecho un dique sobre el río Trapiche, a dos kilómetros de su llegada al salar. para acumular agua en la superficie, lo que terminó secando dos kilómetros de vegas, un arbusto que acumula agua y es un indicador de salud hídrica. “El agua que fluye hacia el salar, la usamos nosotros o nadie; a 4 kilómetros no hay nadie más, explica Mancuso. De todos modos, la empresa emprendió la restauración de ese tramo y ahora, tras construir un acueducto, recurre al agua del río Los Patos, de caudal 10 veces mayor al Trapiche. “No usamos agua superficial, y la que usamos es menos del 10% del acuífero”, dice Mancuso.
En 2021 Arcadium hizo un acuerdo plurianual de 285 millones de euros de provisión y “extracción sostenible” de litio con BMW, que busca expandir su producción de vehículos eléctricos. La automotriz alemana y la química BASF financiaron un estudio sobre la disponibilidad y uso del agua en los Salares del Hombre Muerto (donde se emplaza Fénix) y de Atacama (Chile), que realizaron científicos de las Universidades de Anchorage (Alaska) y Amherst (Massachusetts). En 2020, BMW había sido la primera automotriz del mundo en adherir a la Iniciativa de Aseguramiento de Minería Responsable (IRMA por su sigla en inglés), que fijó estándares de extracción de materias primas, medioambientales y sociales, incluido el “uso científico” del agua.
El estudio, publicado por BMW y sujeto a revisión en Journals como Earth’s Future y Nature Geoscience, dice entre otras cosas que la extracción de salmueras en la subcuenca este del Salar del Hombre Muerto “resultará en la disminución de menos de un metro del agua subterránea localizada y probablemente no tendrá impacto observable a escala-acuífero sobre sobre el agua superficial en los próximos 100 años”. Lo mismo señala sobre los impactos en el flujo de agua del río Los Patos y hacia las lagunas “Verde” y “Catal”, también en un horizonte de 100 años.
El estudio hace observaciones parecidas sobre la parte oeste del Salar, donde se emplaza Fénix, afirmando que no habría impactos adicionales significativos “además de aquellos ya documentados en el acuífero (del río) Trapiche”. Según el estudio, publicado en 2022, la restauración de la Vega del Trapiche “depende de restaurar los flujos de agua superficial”. Actualmente, Arcadium ve una evolución positiva de ese tramo, el más criticado por activistas ambientales.
En Fénix, el medio es exigente. La radiación solar es alta (la recomendación es usar protector solar no inferior a 65) y la amplitud térmica enorme (en el verano la mínima oscila entre -2 y -8 grados y la máxima entre 25 y 30, mientras en invierno la mínima puede llegar a -25 y la máxima oscila entre 5 y 10 grados). No hay árboles a la vista, aunque en el entorno hay pastos de altura, como las vegas, y animales como llamas, zorros, flamencos, vicuñas y ratones andinos, amén de alacranes, arañas y otros insectos.
La pregunta es inevitable: cómo semejantes instalaciones, entre el campamento y la planta, que tiene diversas partes y “fases”, estando la “1 B” en plena construcción pudieron hacerse en un lugar tan lejano, desprovisto de servicios públicos y muy difícil acceso. En la zona de descanso, comida, recreación y capacitación, en el que las diversas áreas están integradas, de modo que no sea necesario salir al aire libre para moverse entre ellas, lo primero que sorprende a Infobae es una sala con guitarra eléctrica, guitarra acústica, baterías. Son de “Soda Ash” (insumo clave de la producción de carbonato de litio), un grupo de operarios rockeros de Fénix. Otros prefieren bombo y guitarra criolla. El campamento tiene energía eléctrica propia, al igual que gas natural que llega por un gasoducto propio. Telefonía celular, internet y televisión (cada habitación tiene TV propia) llegan vía Starlink, la red satelital de Elon Musk.
Ignacio Costa, salteño, Gerente General de Arcadium Argentina, dice que Arcadium es “la” empresa de litio en la Argentina. La más antigua y la de mayor producción. La empresa tiene su sede central en Salta y a través de Arcadium Lithium abastece a clientes como BMW, Tesla, General Motors, la japonesa Panasonic, la surcoreana LG. En 2003, con sus diferentes operaciones, Arcadium exportó por valor de USD 750 millones, casi tres cuartas partes de las exportaciones litíferas de la Argentina.
Tiempos de ajuste
Somos el proveedor más “prestigioso”, se jacta, y cita que entre 2021 y 2023 la empresa invirtió USD 1.500 millones en la Argentina, aunque debido a la baja del precio internacional del litio debió recalcular sus operaciones en todo el mundo. En el caso argentino, decidió escalonar la expansión de la “Fase 1 B” en Fénix y el inicio del proyecto Sal de Vida, en el mismo Salar, a unos 10 kilómetros, y redujo la planta de personal, de cerca de 1.500 a poco más de 1.300 en la actualidad.
La caída del precio del mineral en los mercados “spot” del mundo (de casi USD 80.000 la tonelada en la segunda mitad de 2022 a poco más de USD 10.000 en la actualidad) pegó fuerte en el valor de la acción y la capitalización bursátil de Arcadium, que cayó de USD 10.000 millones a USD 2.000 millones en 9 meses (uno de los principales accionistas es BlackRock, del legendario Larry Fink, el más grande administrador de fondos privados del mundo), pero Costa aclara que la mayor parte de las ventas de Arcadium Argentina son por contratos, usualmente de dos años de plazo, y que el precio promedio de exportación actual es de USD 17.500 por tonelada.
Costa cuenta que entre 2022 y 2023 por el litio Catamarca, Salta y Jujuy tuvieron ingresos por USD 70 millones entre impuestos, regalías, distribución de dividendos (como en el caso de Jemse, el socio estatal jujeño), aunque este año la cifra será menor, por el más bajo precio del litio. Pero el government take, agrega, por la porción que se llevan las diferentes capas estatales, no es tan importante como el efecto multiplicador de la actividad sobre el entorno, que incluye hechos como que 30% del personal de planta pertenece a comunidades locales y que en Jujuy, donde Arcadium detenta el 66% del proyecto Olaroz, los comuneros o caciques facturen USD 16 millones al año por servicios como movimiento de suelos y cosecha de sal.
En la planta en Güemes, Salta, Juan Carlos Aybar, explica a los visitantes las etapas por la que la salmuera de litio que reciben de Fénix y que llegan cada día en 3 camiones cisterna con unas 30 toneladas de carga cada uno, se depura hasta transformarse en cloruro de litio. El carbonato, dice, es más parecido a la harina y el cloruro al azúcar, aunque a la vista es muy difícil apreciar la diferencia. La planta de Güemes, dice, sirvió para mantener viva la operación de “Minera del Altiplano” en 2003, cuando el precio del carbonato estaba por el piso.
Alberto, del sector de logística, cuenta que Arcadium se maneja con camiones por falta de alternativas ferroviarias. En 2016 se reinició la actividad del Belgrano Cargas, que les permitió mover la Soda Ash, un insumo clave que se desembarca en eal puerto de Antofagasta, en Chile, y llegaba hasta el Salar de Pocitos gracias a un convenio con Ferronor, una línea ferroviaria chilena. El acuerdo duró solo 4 años: primero el gremio ferroviario exigió que la carga llegara solo hasta la frontera, y después el Belgrano Cargas consideró antieconómico transportar tan poco volumen (unas 30.000 toneladas anuales). Volver con Ferronor no fue posible, por el monto que exigía por el uso de sus vías la línea ferroviaria argentina. En cuanto a la salida de la producción, 60% es por puertos chilenos (Antofagasta o Mejillones) y 40% por el puerto de Buenos Aires.
Costa, el gerente general de Arcadium Argentina, subraya: “el litio no es el oro blanco –como en cierto momento se puso de moda llamarlo– pero sí va a salvar al Noroeste Argentino”. Hace diez, doce años, explica, no había futuro en el NOA, pero ahora localidades como Antofagasta y otras en las provincias litíferas, tienen casi pleno empleo, a pesar de la disminución del precio del mineral.
El RIGI, aclara, no es tan importante para el litio como lo es para los proyectos de cobre. “No nos da mucho más de lo que jurídicamente daba la ley de inversiones mineras”, detalló. Principalmente, estabilidad fiscal por 30 años. Lo más importante, dije, es que la ley se cumpla. Pero claro que usarán el RIGI, concluyó.