Argentina solía ser «soja dependiente».
Una buena cosecha y precios elevados garantizaban números robustos para la balanza comercial. Pero la sequía comenzó a cambiar ese panorama.
Si bien el campo sigue siendo el principal proveedor de dólares, es un motor que corre r i e s g o s d e a t a s c a r s e -nuevamente- durante este año.
En cambio, hay otro motor que se encendió y está en pleno proceso de aceleración: la energía. Durante 2024, la mitad del superávit comercial fue explicado por la producción de las petroleras. Y distintos factores indican que el sector energético cobrará un protagonismo aún mayor durante este 2025.
Durante 2024, un tercio del superávit comercial -la diferencia entre lo que compra y vende un país- la explicó la producción de las petroleras.
Argentina registró un saldo positivo de u$s 18.900 millones y la energía contribuyó en u$s 5600 millones de ese total.
Las proyecciones para 2025 son más alentadoras para el sector energético. Sus exportaciones crecerán y, por ende, su peso en la balanza comercial.
En sentido contrario, la sequía amenaza con ser una complicación para la cosecha y los despachos agropecuarios.
Las exportaciones de combustibles y energía tocaron los u$s 9677 millones en 2024, mientras que las importaciones fueron de u$s 4009 millones.
Las proyecciones para este año son más generosas para 2025. A partir de una serie de obras de infraestructura -ampliación de la capacidad de transporte de petróleo-, los despachos externos energéticos llegarían a u$s 12.500 millones durante este 2025.
En un escenario en que las importaciones continúen estables (o incluso crezcan de u$s 4000 millones de 2024 a u$s 5000 millones), el superávit energético rondaría los u$s 7.500 millones.
En ese caso, pasará a representar la mitad del total del superávit comercial argentino de 2025, estimado en u$s 15.000 millones.
El petróleo y el gas se beneficiaron de un marco regulatorio que incentiva la inversión, ofrece reducciones de regalías durante 30 años, alentando a las empresas a planificar más allá de la administración», señala un informe de JP Morgan.
«Por primera vez en casi 20 años, en diciembre de 2024 no se registraron importaciones de gas natural (ni GNL por barco, ni desde Bolivia por ducto).(…)