Red Eléctrica intensifica su estrategia ante la incertidumbre energética con subastas semestrales y un nuevo modelo para evitar apagones, en respuesta al debate sobre la energía nuclear y la demanda eléctrica crítica.
- Red Eléctrica avanza en la transformación del sistema energético español con un nuevo modelo de subastas semestrales
- Con la energía nuclear en pleno debate, estos mecanismos de prevención equilibran el suministro eléctrico y reducen riesgos en momentos de alta tensión.
- Red Eléctrica avisa: el cierre de la central nuclear de Almaraz aumenta la posibilidad de apagón en España
En plena transformación del sistema eléctrico español, y con la energía nuclear en el centro del debate, Red Eléctrica ha decidido acelerar su estrategia para garantizar el suministro. La compañía se plantea una reforma profunda del servicio de respuesta activa de la demanda, con el objetivo de prevenir cortes en la red en situaciones de tensión.
La clave está en un nuevo calendario de subastas que deja atrás el modelo anual, para dar paso a licitaciones semestrales. Esta modificación busca dotar de mayor flexibilidad al sistema, permitiendo ajustar en tiempo real las necesidades de potencia que requieren medidas urgentes. La reforma, aún pendiente de aprobación definitiva, se perfila como uno de los pilares que sostendrán el suministro eléctrico en los próximos años.
Ajustes de Red Eléctrica en un sistema bajo presión
La propuesta presentada por Red Eléctrica implica un rediseño del actual servicio de interrupción controlada, que obliga a determinadas industrias a detener su producción cuando el sistema eléctrico se ve comprometido. A cambio, éstas reciben una compensación económica. Ahora, en lugar de una única subasta al año, se celebrarán dos, con el objetivo de mejorar la capacidad de reacción ante los picos de demanda o los imprevistos en la generación.
La iniciativa, que aún debe ser aprobada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), podría entrar en vigor en 2026. No obstante, su importancia ya está siendo percibida: en lo que va de 2024, este servicio ha sido activado en varias ocasiones debido a situaciones inesperadas, como paradas en centrales nucleares o picos de consumo.
Con esta reforma, Red Eléctrica pretende tener una visión más precisa de la potencia que realmente se necesita en cada momento, reduciendo costes innecesarios y evitando sobredimensionamientos.
El papel de la industria y el retroceso en las ayudas
Para las grandes fábricas, este mecanismo representa una herramienta de seguridad para el sistema eléctrico, además de una fuente de ingresos ocasional. Cuando se les solicita detener la actividad durante momentos críticos, las industrias reciben una remuneración proporcional al esfuerzo y los megavatios liberados.
Sin embargo, este panorama contrasta con el recorte de las ayudas a los consumidores electrointensivos. Las nuevas convocatorias han reducido el presupuesto de manera significativa, pasando de 30 a 11 millones de euros, lo que ha generado malestar entre las empresas más dependientes de la electricidad. Desde asociaciones como AEGE se advierte que, para muchos, estas subvenciones se han vuelto simbólicas o incluso inexistentes.
Esta disminución en el apoyo público se produce justo cuando se reclama a la industria una mayor flexibilidad en beneficio del sistema. Un equilibrio que, de no corregirse, puede complicar la colaboración necesaria para mantener la estabilidad eléctrica.
La previsión para no llegar al límite
Además del rediseño del servicio de respuesta de la demanda, el Gobierno trabaja en otro instrumento complementario: el mecanismo de capacidad. A diferencia del anterior, este modelo está enfocado en asegurar la oferta, premiando a las centrales que se comprometan a estar disponibles en momentos esenciales.
La idea es prevenir antes que reaccionar. Por ello, el sistema reserva un volumen determinado de potencia con antelación, asegurando que, si se presentan escenarios críticos, habrá capacidad generadora lista para entrar en acción. Este planteamiento, en fase de consulta pública, está previsto que se apruebe también en el segundo semestre de 2025.
Así, se busca una cobertura doble: por un lado, industrias dispuestas a frenar su producción en situaciones límite, y por otro, generadores capaces de aportar energía de inmediato. Todo con el fin de garantizar un sistema fortalecido y resistente, especialmente ante el cierre paulatino de las nucleares.
El cierre de las nucleares presiona a Red Eléctrica
Actualmente, la energía nuclear se mantiene como una pieza fundamental, pero cada vez más cuestionada. Aunque el Gobierno sigue apostando por su progresivo abandono, recientes gestos desde el Ministerio de Transición Ecológica han abierto la puerta a posibles prórrogas. Aun así, desde el sector no cesan las advertencias.
Durante la pasada Semana Santa, tres reactores fueron detenidos de forma simultánea. Las empresas alegaron precios bajos sostenidos, la fuerte entrada de renovables y la elevada carga fiscal como causas. Un mensaje que se interpretó como una presión hacia el Gobierno ante la falta de un plan claro para la sustitución de la energía nuclear.
El debate está todavía lejos de cerrarse. Mientras desde el Foro Nuclear se insiste en que las centrales nucleares siguen siendo esenciales para la estabilidad del sistema, otros sectores reclaman una transición más decidida hacia fuentes limpias. En medio de estas tensiones, Red Eléctrica ha tenido que acelerar sus planes para que la red no dependa de las decisiones políticas o las tensiones del mercado.