Como ya es tradición, el sector de gas y petróleo es el líder de las entidades que quebraron o impagaron su deuda el año pasado, con cerca de una veintena de empresas en el mundo. Ya ocupó esta plaza en el 2017, repitió en el 2018, y se consolida ahora como la industria donde más disgustos pueden llevarse los prestamistas.
El comercio minorista se sitúa en segundo lugar, liderado por la restauración, seguido de los productos de consumo y del entretenimiento. En quinta posición se encuentra el sector financiero.
Así se desprende del informe de balance del 2019 realizado por Standard & Poor’s, en el que se detallan las 117 entidades que quebraron o impagaron su deuda el año pasado en el globo. Esta cifra implica un crecimiento de 43% con respecto a los tropiezos del 2018 y convierte el año pasado en el segundo más problemático desde la crisis, sólo por detrás del 2016.
Estados Unidos y Asia son los que más contribuyeron al recuento de bajas, mientras que Europa ha conseguido quedarse al margen.
En el caso del sector financiero, hubo tres adhesiones de última hora que han empañado el desempeño de esta actividad en el último minuto. Todas se han producido en el mismo país, Líbano, y por igual motivo: el corralito financiero impuesto en la nación se ha interpuesto en el camino de Bank Audi, BLOM Bank y Bankmed con el cumplimiento de sus compromisos.
Problemas internos
En la nomenclatura de Standard & Poor’s, las tres inclusiones de los bancos libaneses en la lista se deben a la intervención regulatoria externa. El resto de las empresas del sector financiero con problemas en el 2019 los han tenido por razones internas, empezando por las dos entidades estadounidenses especializadas en la concesión de hipotecas que no han conseguido honrar sus compromisos (una por quiebra y otra por el impago de los intereses de su deuda), pasando por el banco kazajo Tsesnabank (ha reestructurado su pasivo con pérdidas para los prestamistas) y terminando con dos vehículos de inversión, también de Estados Unidos, que se han encontrado en la misma situación (uno por impago y otro por reestructuración con pérdidas).
Estos ocho incumplimientos suponen una reducción sustancial sobre la docena del 2018, pero un incremento respecto al 2017. Y en el 2020 todo apunta a que puede haber nuevos sustos, ya que Standard & Poor’s tiene varios bancos identificados por posibles problemas de solvencia, sobre todo en Latinoamérica.