Aramco, atrapada en su propio círculo vicioso un año después de salir a Bolsa

La petrolera saudí Aramco, la mayor del mundo, cumple un año de su salida a Bolsa, un periodo en el que sus acciones han incrementado su valor en torno al 10 % y que ha coincidido con la peor caída de la demanda de crudo por la covid-19, al tiempo que intenta mantener sus promesas a los accionistas sobre dividendos.
Después de lanzar la mayor opv (oferta pública de venta de acciones) de la historia y tras completar una primera jornada estelar en la Bolsa de Tadawul, Aramco alcanzó el tan ansiado valor de 2 billones de dólares tras solo dos días de cotización. Aún así, las dudas se dispararon.
La empresa saudí ofertó tan sólo el 1,5 % de sus títulos en el mercado saudí a inversores del país y de la región, mientras que prometió a sus accionistas dividendos adicionales de hasta 75.000 millones de dólares en 2020, una ambiciosa política que ahora lucha por financiar pese a la drástica bajada de precios del crudo.
De hecho, el pasado noviembre la petrolera saudí emitió 8.000 millones de dólares en bonos y a plazos, en un momento en el que necesita cumplir con su compromiso de repartir entre sus inversores un dividendo de 18.750 millones de dólares cada trimestre.
«Debido a la cotización y al enfoque de dividendos tan agresivo de la empresa, que fue uno de los principales factores de apoyo al precio de las acciones, Aramco se enfrenta ahora a un círculo vicioso», dice a Efe Cyril Widdershoven, experto en energía y fundador de la consultora Verocy.
UNOS DIVIDENDOS INTOCABLES
Para Widdershoven, Aramco debe mantener su política de dividendos a pesar de la situación actual, puesto que se refleja directamente en la imagen del liderazgo de Arabia Saudí y en la capacidad de la empresa para superar los desafíos y crisis que acechan.
Este miércoles, 9 de diciembre, las acciones de Aramco cotizaban a 9,49 dólares, una cifra no muy alejada de los históricos 10,32 dólares en su segundo día en Tadawul y muy por encima de los 7,20 dólares del pasado 9 de marzo, en medio de una enorme crisis en los mercados mundiales.
Para tener un balance más sólido, dada la caída de los precios del petróleo y la adquisición del 70 % de SABIC -una de las mayores petroquímicas del mundo, controlada también por el Gobierno saudí-, la empresa comenzó a emitir bonos internacionales.
«Las acciones son una emisión libre de deuda, ya que es un riesgo para los accionistas, no para la empresa. Un mayor porcentaje de listados les dará dinero, gratis, sin ningún vínculo a deudas. Mirando la situación actual y los niveles de deuda, mi consejo sería no optar por bonos, ¡es deuda!», exclama Widdershoven.
Aramco, de momento, no quiere dar su brazo a torcer con los dividendos.
De acuerdo con un comunicado de Fitch Ratings del pasado noviembre, el flujo de caja libre posterior al dividendo de Aramco podría volverse negativo en 2020 y 2021, antes de alcanzar un equilibrio en 2022-2023, dependiendo de los precios del crudo, por lo que consideró que la petrolera podría reconsiderar su compromiso con sus intocables dividendos.
MENOS BENEFICIOS
La bajada de la demanda y de los precios a lo largo del año se ha traducido en un descenso de los beneficios netos de Aramco, que obtuvo 11.789 millones de dólares en el tercer trimestre del año, es decir, un 44,6 % menos que en el mismo periodo de 2019.
En el acumulado de los nueve primeros meses, el beneficio se situó en 35.015 millones de dólares, lo que supone un descenso del 48,6 %.
«En el corto y mediano plazo podemos esperar que la compañía tome otras medidas para abordar las finanzas, incluida la venta de activos y una mayor reestructuración de sus operaciones para reducir costos», asegura a Efe Rachna Uppal, directora de investigación de Azure Strategy.
A la vez, Aramco necesita invertir en tecnología y encontrar nuevas vías para suplir su dependencia de los hidrocarburos, algo que está explorando con cada vez más filiales conjuntas con otras empresas energéticas y de otros sectores.
EL FUTURO DE ARAMCO
«Arabia Saudí seguirá desempeñando un papel dominante en los asuntos energéticos mundiales durante las próximas décadas. Aunque es inminente un cambio decisivo de los hidrocarburos y el mundo ha entrado en un período de máxima demanda», asevera a Efe Neil Quilliam, miembro asociado del centro de ideas Chatham House.
Las enormes reservas de Aramco permiten a la empresa producir crudo a costos más bajos que sus competidores, algo que supone una ventaja para la petrolera, que tiene la capacidad de aumentar o mantener su participación en el mercado.
A pesar de que los países de la OPEP+ aumentarán su producción a partir del próximo enero, ya no se espera que los precios del crudo alcancen las cifras previas a la crisis de la covid-19, algo que afectará severamente a las arcas de Arabia Saudí, una economía prácticamente dependiente del oro negro en proceso de diversificación.
«A medida que el mercado del petróleo comience a contraerse, los productores más caros no podrán competir con la producción de bajo coste de Arabia Saudí y, como resultado, se convertirá en el productor dominante en el ocaso de la era del petróleo», vaticina Quilliam.

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