China convierte un desierto en un parque solar con la mitad de potencia de toda Europa

China ha construido una red colosal de plantas de generación de energía en los desiertos de Tengger y Gobi con la capacidad de generar 600 gigavatios de electricidad, superando la mitad de la potencia total de energía tanto de los Estados Unidos como de Europa.

 

De esa red, más de la mitad proviene de un océano de paneles solares interconectados con líneas de transmisión de corriente continua de ultraalto voltaje (UHVDC). El proyecto es crucial no solo para obtener la independencia energética total cortando la necesidad de importar crudo y gas —uno de los grandes objetivos de Beijing— sino también para ganar la guerra de la inteligencia artificial con occidente, que depende de chips hambrientos de energía que podrán alimentarse con un flujo ilimitado de electricidad barata.

Este proyecto titánico, originalmente planeado por el reconocido científico aeroespacial Qian Xuesen, aprovecha el inmenso potencial de los recursos solares y eólicos del noroeste chino y Mongolia interior. La escala de este esfuerzo es increíble cuando se compara con otras potencias globales. Según la agencia de energía de EEUU, la capacidad total eléctrica de los Estados Unidos está aproximadamente en los 1.100GW, una cifra similar a la europea.

 

El mix energético americano y europeo está más diversificado y tienen un sistema de red más tradicional. Los chinos juegan con la ventaja de que tienen casi todo por construir, algo que les puede poner por delante de occidente.

Red de transmisión eficiente

La columna vertebral de esta megainfraestructura está en sus líneas de transmisión UHVDC de última generación, capaces de transmitir energía a largas distancias con una pérdida eléctrica mínima, afirman los ingenieros responsables del proyecto.

 

Según el diario hongkonés South China Morning Post, este salto tecnológico permite el aprovechamiento eficiente de la energía de regiones remotas que pueden obtener electricidad de forma barata e ilimitada gracias a sus condiciones ambientales. Es un avance fundamental, dicen, para superar uno de los desafíos clave de la energía renovable: la transmisión de energía desde áreas remotas de alta producción a zonas de alto consumo.

 

Esto hace que la eficiencia de utilización de cada gigavatiohora producido sea de más del 95%. Según apunta el SCMP, el profesor Ma Xiaowei y su equipo de la Rama Noroeste de la Corporación Estatal de la Red de China y la Universidad Xian Jiaotong, este nivel de aprovechamiento y eficiencia no tiene precedentes en la industria, especialmente teniendo en cuenta la variabilidad inherente a la energía solar y eólica.

 

Las implicaciones económicas y ecológicas de esta empresa son múltiples. Además de elevar el sector manufacturero de China al proporcionar energía barata y limpia, el proyecto también contribuye significativamente a los esfuerzos de conservación del medio ambiente. El cambio a las fuentes de energía renovables ayuda a reducir la huella de carbono del país, un factor crítico en la lucha mundial contra el cambio climático.

El ‘mix’ energético chino

La electricidad china está evolucionando rápidamente. Todavía depende en gran medida del carbón pero el gobierno de Pekín está ejecutando estas obras de ingeniería eléctrica concentradas en la energía renovable no sólo para reducir la dependencia de terceros países sino para cortar de raíz la polución que todavía asola algunos de sus centros urbanos.

 

El resultado es que, aunque todavía le quede mucho camino por delante para lograr la independencia, China es ahora el mayor productor de energía solar del mundo y uno de los principales productores de energía eólica. Esto también se extiende a la producción de equipos para la generación, que dominan gracias a su control de los materiales.

 

Económicamente, el despliegue de energía barata renovable está reduciendo el coste de fabricación de bienes de consumo e industriales, lo que proporciona una ventaja competitiva en los mercados globales.

Clave para la inteligencia artificial

La energía renovable barata juega un papel fundamental en el desarrollo y el avance de la inteligencia artificial (IA), un campo que cuyo uso de la electricidad está elevándose exponencialmente. La IA depende de la computación de alto rendimiento, que exige grandes cantidades de energía para el procesamiento de datos y el aprendizaje automático.

 

Por eso la disponibilidad de energía renovable barata y abundante influye directamente en la viabilidad y escalabilidad de los proyectos de IA. Los recursos computacionales dependen de la disponibilidad de electricidad y ésta puede determinar la ventaja competitiva de una nación contra otra.

 

La megared eléctrica del noroeste chino permitirá que empresas chinas construyan modelos de IA más complejos de una manera más eficiente y rentable que las occidentales, incluso con hardware menos avanzado. La reducción del coste puede compensar la necesidad de chips más avanzados, algo que limita en estos momentos al país asiático debido a las recientes restricciones en la venta de chips de gama alta a China.

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