Chile se ha posicionado como un referente en energías renovables
gracias a las condiciones naturales privilegiadas que posee. La radiación solar en el desierto de Atacama y los vientos de la Patagonia han permitido un crecimiento acelerado de la generación limpia. Sin embargo, una gran parte de esta energía nunca llega a ser utilizada.
El país ha alcanzado niveles históricos de desperdicio energético. En 2024, la energía desaprovechada superó los 5.900 GWh, una cifra que representa un incremento del 148% respecto al año anterior. Si se hubiera podido inyectar al sistema, la participación de renovables habría llegado al 47%, en lugar del 40% actual.
La razón principal de este fenómeno radica en una red de transmisión incapaz de absorber toda la energía generada. Además, la oferta supera ampliamente la demanda, lo que provoca cortes en la inyección de energía renovable al sistema eléctrico.
La sobreoferta y falta de demanda en Chile
Uno de los problemas principales es la sobreinstalación de capacidad solar y eólica. Actualmente, Chile cuenta con más de 16.000 MW de capacidad instalada, mientras que la demanda máxima del sistema durante el día no supera los 12.000 MW.
El crecimiento de la generación renovable no ha sido acompañado por un aumento proporcional en el consumo. La electrificación de sectores fundamentales, como el transporte, ha avanzado a un ritmo más lento de lo esperado, en parte debido al estancamiento económico del país. Desde 2022, el PIB chileno no ha crecido más del 3% anual, lo que ha limitado la expansión del consumo eléctrico.
Para revertir esta situación, los expertos sugieren incentivar el uso de energía renovable en nuevos sectores, ajustar las tarifas para hacer más atractivo el consumo y mejorar las condiciones de acceso a la electricidad.
La insuficiente infraestructura de Chile
Otro factor determinante en la pérdida de energía es la obsolescencia de la red de transmisión
. Las inversiones en líneas eléctricas no han seguido el ritmo de la generación renovable, creando cuellos de botella que impiden que la energía generada en el norte del país llegue a las zonas de mayor demanda, en el centro y sur del país.
Los retrasos en la expansión de la infraestructura se han visto agravados por otros problemas a nivel mundial, como el encarecimiento de los materiales y las dificultades logísticas derivadas de la pandemia. En diciembre de 2024, el 85% de los proyectos destinados a mejorar la red eléctrica presentaban demoras significativas.
Las autoridades y expertos del sector coinciden en la urgencia de acelerar las inversiones en transmisión para evitar que el desperdicio siga en aumento y comprometa el avance del país hacia una matriz energética más sustentable.
Almacenamiento y modernización del sistema
Ante las dificultades para expandir la red de transmisión a corto plazo, una de las soluciones más viables es el almacenamiento de energía. La instalación de baterías a gran escala permitiría aprovechar el excedente de energía en los momentos de baja demanda y liberarlo cuando sea necesario. Actualmente, Chile cuenta con 1.000 MW de capacidad de almacenamiento, que diariamente trasladan alrededor de 4 GWh de energía a horarios nocturnos. Se espera que esta capacidad se duplique a finales de 2025, y hay solicitudes en proceso para agregar más de 12.000 MW adicionales.
Otro aspecto clave para optimizar el uso de energía renovable es modernizar la gestión del sistema eléctrico. Desarrollar tecnologías que permitan una regulación más eficiente de la generación variable ayudaría a reducir los recortes y a maximizar el aprovechamiento de las energías limpias.
En definitiva, si Chile quiere consolidarse como un líder en energías renovables, debe abordar con urgencia los problemas a los que se enfrenta con su sistema eléctrico. La optimización del almacenamiento, el fortalecimiento de la transmisión y el incentivo al consumo de energía limpia serán fundamentales para garantizar un futuro sostenible y eficiente.