La arena silícea en Vaca Muerta: transición, impacto y retos en la cadena de fracking

Mientras la producción de hidrocarburos en Vaca Muerta continúa en auge, la arena silícea, insumo esencial para el fracking, atraviesa una transformación silenciosa. La arena patagónica pierde terreno frente a competidores de Entre Ríos y del exterior, debido a su menor calidad, lo que reconfigura la logística, afecta economías regionales y plantea desafíos ambientales y sociales en el modelo extractivo en expansión.

En cada pozo de Vaca Muerta, la arena silícea es fundamental para mantener abiertas las fracturas y facilitar el flujo de petróleo y gas. Cada etapa de fractura requiere aproximadamente 250 toneladas de arena, y un pozo típico consume unas 11.000 toneladas. En 2024, se utilizaron cerca de 4 millones de toneladas de arena, con expectativas de superar los 5 millones en 2025, evidenciando la creciente demanda.

La planta de Dolavon, en Chubut, fue pionera en abastecer a la industria del fracking en la región. Sin embargo, la calidad de la arena local, especialmente la de Río Negro y Chubut, fue cuestionada por las operadoras debido a su mayor contenido de impurezas y arcilla, lo que requiere procesos adicionales de lavado y tratamiento, encareciendo su uso y reduciendo su rendimiento. Estudios de YPF detectaron pérdidas del 20% en las reservas de arena de Río Negro, haciéndola menos eficiente para la explotación no convencional.

La arena entrerriana, extraída en Ibicuy y Diamante, se destaca por su alta pureza y forma esférica, atributos que mejoran la eficiencia del fracking. Actualmente, Entre Ríos abastece más del 80% de la demanda nacional y se perfila como la principal fuente en los próximos años. Sin embargo, el transporte de más de 1.300 kilómetros hasta Neuquén representa un reto logístico, con altos costos y congestión vial. En respuesta, empresas como YPF impulsan la construcción de un tren dedicado para reducir costos y el impacto ambiental.

Cuando la demanda supera la oferta local o se requieren características específicas, se recurren a importaciones desde China, Estados Unidos y Brasil. Aunque la arena patagónica es más económica en origen, su menor calidad y la necesidad de tratamiento la hacen menos competitiva frente a la entrerriana y las importadas.

El transporte intensivo de arena genera más de 170.000 viajes de camión al año, afectando rutas, seguridad vial y comunidades. La movilización diaria de cientos de camiones provoca congestión, desgaste vial y mayor riesgo de accidentes. Horacio Marín, CEO de YPF, afirmó que “la arena no puede seguir llegando en camiones”, señalando la inviabilidad de la logística actual con los volúmenes proyectados. La discusión sobre reactivar el tren para el transporte de arena se intensifica como solución para reducir la huella vial y costos.

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