Así lo indicó Julio Cesar Minelli, director de la Associação dos Produtores de Biocombustíveis do Brasil (Aprobio), una de las tres entidades que nuclean a los productores de biodiésel de ese país, durante una charla ofrecida en el evento “Biocombustibles para la descarbonización del transporte” realizado ayer jueves en la ciudad de Foz de Iguazú y organizado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), la Unión de Azucareros Latinoamericanos (Unala) y la Coalición Panamericana de Biocombustibles Líquidos.
Brasil cuenta con 58 fábricas de biodiésel que en conjunto tienen una capacidad de producción de 14.660 millones de litros y emplean de manera directa a unas 17.000 personas.
“Tuvimos a nivel nacional un consumo de biodiesel en 2023 de 7340 millones de litros, pronosticamos cerca de 9000 millones de litros para 2024 y seguimos evolucionando”, destacó Minelli.
En el caso del biodiésel, la legislación brasileña contempla una mezcla obligatoria con gasoil fósil del 14%. La mayor parte del biocombustible se elabora en base a aceite de soja, pero también se emplea grasa animal y aceite usado de cocina.
Sin embargo, el próximo 8 de octubre será promulgada la “Ley del Combustible del Futuro”, la cual establece un aumento progresivo del corte obligatorio para llegar a un 20% en 2030.
“Con una mezcla obligatoria del 20% para 2030, deberíamos estar produciendo entre 15.000 a 16.000 millones de litros de biodiésel para esa época”, señaló el director de Aprobio en referencia a la demanda proyectada del biocombustible.
“La mezcla obligatoria de biodiésel con gasoil lleva ya 16 años y el funcionamiento de la política pública es importante para brindar sostenibilidad y previsibilidad a las inversiones realizada en el sector”, afirmó.
“En estas políticas estamos un poco más avanzadas que otros países de América latina, pero esperamos que podamos servir de ejemplo y apoyar a otras naciones para que implementen políticas en el mismo sentido, porque así seremos más fuertes todos”, resumió.