Yacimiento Loma de la Lata, ¿un gigante en extinción?

Su descubrimiento en 1977 cambió para siempre la matriz energética argentina que, a partir de ese momento, privilegió al gas para el desarrollo de la industria nacional.

Sin embargo, su producción y reservas vienen en fuerte caída, sobre todo desde 2004 a la fecha, y para algunos, su comportamiento está marcando un declive que lleva inexorablemente al agotamiento del recurso en alrededor de 7 años.

¿Es posible invertir esta tendencia? ¿El descenso se debe a la falta de una política activa de inversiones en exploración y nuevas tecnologías por parte de la firma operadora?

¿O es una consecuencia lógica más de una política estatal a nivel nacional que no brinda incentivos a la exploración y al desarrollo hidrocarburífero?

 

DUROS COMIENZOS

La historia del yacimiento gasífero por excelencia de la Argentina comenzó signada por el esfuerzo y la intrepidez de quienes estaban seguros de su potencialidad. En principio, unos pocos, como habitualmente sucede en los inicios de un proyecto hidrocarburífero. Porque, aunque durante la década de 1970 el hallazgo por YPF de Loma de la Lata y el tendido siguiente de gasoductos troncales hacia el litoral fueron las piedras basales del crecimiento de la Cuenca Neuquina, nada fue sencillo antes del descubrimiento.

 

La realidad es que, en un principio el área, del actual yacimiento Loma de la Lata, ubicada en el sector geológico que se define como el centro de la cuenca, fue subvaluada y catalogada por algunos especialistas como de bajo potencial. Fue una opinión compartida por geólogos de YPF y de importantes empresas multinacionales en aquella época. A pesar de eso, YPF y Esso se decidieron a perforar varios pozos, sin obtener resultados positivos pero que, sin embargo, se acercaron bastante al sector donde posteriormente se concretaría el hallazgo.

 

Como en cualquier gran descubrimiento hidrocarburífero, un cóctel de creatividad, imaginación, trabajo y suerte fue necesario para descubrir a este gigante que hoy parece dormido. Pero, en realidad, el ranking de pozos aprobados para perforar durante 1977 dejaba al área Loma de la Lata en una de las posiciones de retaguardia… algo que cambiaría muy rápidamente.

 

POR FIN, EL DESCUBRIMIENTO

En los inicios de la campaña que culminó en éxito, existía un pozo perforado sobre la finalización de la estructura, que tenía como objetivo la formación Sierras Blancas, y se caracterizaba por su baja porosidad y permeabilidad. A unos 40 kilómetros de distancia, pendiente abajo, existía otra perforación, que había arrojado parámetros más interesantes para los geólogos. En consecuencia, se entendió que la mejor medida era perforar un pozo en posición intermedia entre estos dos puntos mencionados.

 

Según algunos testimonios de la época, la suerte a la que se hace mención entre los ingredientes que facilitaron el descubrimiento de Loma de la Lata tiene que ver, por un lado, con el tamaño del yacimiento y, por otro, porque un operador a cargo de la toma de registros fue quien logró advertir en el momento exacto un comportamiento inusual en los perfiles del pozo, una alarma que posteriormente derivó en el descubrimiento. Allí se inició la historia del bloque gasífero que cambió la matriz energética argentina.

 

Los resultados de esa perforación intermedia fueron más que exitosos: pudo comprobarse en ese primer momento que Loma de la Lata contaba con más de 300.000 millones de metros cúbicos de reservas recuperables. No solamente se había descubierto el reservorio gasífero por entonces más importante de Sudamérica, sino que, además, la Argentina cambiaría, a partir de ese momento, su relación con el gas como recurso energético.

 

LA MITAD DE LAS RESERVAS DE GAS

 

Ubicado sobre el margen norte de los lagos que conforman el complejo Cerros Colorados, a 95 kilómetros de Neuquén Capital y de Cutral-Có – Plaza Huincul, Loma de la Lata nacía así con la perforación del pozo LLL-1 y el hallazgo de gas, en 1977, a 3.300 metros de profundidad. Se detectó gas y condensado a elevada presión (330 kg/cm2).

 

Posteriormente se comprobó que el área productiva contaba con una superficie de 37.000 hectáreas y que las reservas podían estimarse en 320.000 millones de m3 de gas y 60 millones de m3 de condensado, un petróleo liviano y de características cristalinas. Con estos números ya más concretos, Loma de la Lata pasaba a tener la mitad de las reservas gasíferas argentinas.

 

Desde entonces se encaró una política tendiente a incrementar el consumo de gas en la industria nacional, disminuyendo paulatinamente la incidencia de los hidrocarburos líquidos. La construcción del Gasoducto Centro-Oeste en 1982, que abastece desde Loma de la Lata a las provincias de La Pampa, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, San Juan y el sur de Santa Fe, es un ejemplo claro de ello, junto a otras plantas de tratamiento construidas por YPF y el desarrollo del Gasoducto Neuba II, habilitado en 1988.

 

EL PASO SIGUIENTE, LOS GRANDES GASODUCTOS

 

El Gasoducto Centro-Oeste fue una verdadera megaobra, que incluyó el tendido de una red de 1.600 kilómetros de extensión, plantas compresoras intermedias y una planta criogénica preparada para procesar 6 millones de m3 de gas por día. En ese momento, se perforaron alrededor de 30 pozos, se edificaron cinco estaciones de separación y plantas de tratamiento de gas para analizar y apoyar la infraestructura desarrollada.

 

Neuba II, en tanto, contó con un tendido de 1.300 kilómetros desde Loma de la Lata hasta Bahía Blanca, incluyendo la perforación de más de 25 pozos, el desarrollo de más de 100.000 metros de cañerías, estaciones de separación, plantas de tratamiento e instalaciones administrativas, de mantenimiento y para el personal. La mayor parte de estas obras se desarrollaron con recursos aportados directamente por la entonces YPF.

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