Más que un demoledor ataque de su panoplia de drones, misiles crucero, misiles balísticos, anunciado con 72 (sic) horas de antelación; se trató de una clara advertencia del impresionante poder letal de Irán.
Se restituye la «deterrence» (disuasión por el terror) de Irán con sus misiles hipersónicos, según Scott Ritter.
Irán lanzó asombrosa y exitosamente nueve misiles hipersónicos indetectables que golpearon en cuatro sitios los intereses de Israel: en sus dos bases militares superestratégicas de la fuerza aérea, que son Nevatim —donde se encuentran sus F-35 que transportan sus clandestinas bombas nucleares—, a 30 kilómetros de la planta nuclear de Dimona, y la base Ramon, además de la base secreta del Mossad en las anexadas Alturas del Golán de Siria, y otra base del Mossad en Tel-Aviv, según alardea PressTV.
Irán se guardó en su arsenal bélico el lanzamiento de un contraataque de mayor profundidad y envergadura de la guerrilla libanesa Hizbulá.