Puede parecer contradictorio, pero a veces cuando las cosas salen demasiado bien pueden tener efectos no deseados ni previstos sobre la economía. Esto es precisamente lo que le puede suceder a Argentina en los próximos meses a medida que se levanten los controles de capital y se deje fluctuar al peso con total libertad frente al dólar. El milagro de la economía argentina ya está generando cierta presión sobre el peso (que por ahora sigue devaluándose mes a mes por orden del banco central). Pero no solo eso, el gran riesgo es que el creciente superávit energético de Argentina (una bendición por la entrada de divisas y de ingresos) aprecie el tipo de cambio de un peso muy devaluado y termine erosionando la competitividad del resto de sectores del país, entre ellos el poderoso sector de la agricultura. La entrada de dólares a través de la balanza energética puede acabar fortaleciendo al peso argentino y dificultando las exportaciones de un tejido productivo aún extremadamente débil y poco competitivo. Esto sería una suerte de‘enfermedad holandesa’ a pequeña escala provocada por la explosión de actividad de un solo yacimiento de petróleo y gas. No obstante, los inversores ya han comenzado a advertir del posible impacto de este escenario que dificultaría las exportaciones de otros bienes y servicios en el país.
La producción de petróleo de Vaca Muerta supera ya los 420.000 barriles de crudo diarios, una explosión de actividad que está llevando a la producción total de Argentina a rozar los 800.000 barriles de petróleo por día. Por otro lado, la extracción de gas también está creciendo a una elevada velocidad. De este modo, un país que hasta hace poco dependía de las importaciones de gas y petróleo para abastecer su demanda interna, ha logrado, en 2024, el mayor superávit comercial energético en casi dos décadas. Este logro es resultado de una combinación entre el auge de la producción en Vaca Muerta y las reformas económicas impulsadas por el gobierno de Javier Milei. Un milagro económico que ha transformado el panorama financiero del país y que, según Bloomberg, promete ser aún mayor en 2025.
Este milagro está provocando una fuerte entrada de dólares en la economía de Argentina (aumento de las reservas brutas), lo que sin duda generará una presión al alza sobre el peso cuando la divisa argentina fluctúe con total libertad. La entrada de dólares es una bendición para un país que tiene miles de millones de vencimientos de deuda en moneda extranjera. Pero al mismo tiempo puede convertirse en un problema para el tejido productivo del país que no se dedica al petróleo y el gas. Vender los bienes y servicios made in Argentina va a ser más difícil si esta entrada de dólares aprecia el peso.
El aumento de la producción de petróleo y gas, impulsado por un mayor número de perforaciones en los campos del enorme yacimiento de Vaca Muerta, está proporcionando al Banco Central una fuente fiable de ingresos en dólares, independiente de la apreciación del peso en los últimos meses, según han confirmado a Bloomberg en diferentes entrevistas a Pablo Goldberg, de BlackRock, y Ricardo Adrogue, de Barings LLC.
Teniendo en cuenta las sólidas perspectivas de las exportaciones energéticas, el programa de control del tipo de cambio de Argentina «no debería ser, en principio, motivo de preocupación», señala Adrogue, quien lidera el equipo de deuda soberana y divisas globales de Barings. No obstante, hay otros inversores y expertos que creen que las exportaciones de energía pueden ser un arma de doble filo.
Los inversores prestan atención a la agenda del presidente Javier Milei con su política cambiaria (se supone que este año se pondrá fin al cepo cambiario) ya que podría dificultar los esfuerzos para aumentar las reservas del Banco Central. Ese efectivo que recibe el banco central por las ventas de petróleo y gas al exterior es crucial para que las autoridades puedan pagar a los acreedores y, eventualmente, levantar los controles de capital, lo que hace que cada dólar cuente. En julio, el país deberá afrontar más de 4.000 millones de dólares en vencimientos de bonos, por ejemplo, explican estos analistas que ven con optimismo el futuro de una Argentina que ha logrado vencer al riesgo de hiperinflación y que ahora disfruta de una recuperación económica que parece ganar tracción semana a semana.
El gran superávit energético
Goldberg, gestor de cartera de deuda de mercados emergentes en BlackRock, espera que Argentina expanda su superávit energético, que ya alcanzó un récord no visto en 20 años, en 2025, lo que refuerza el optimismo entre los inversores. «Vamos a seguir viendo un crecimiento muy fuerte del balance energético», afirmó. «Este es un cambio estructural que está transformando la balanza comercial de Argentina».
Aun así, el récord en el superávit comercial de 2024 no ha evitado que algunos en Wall Street adviertan sobre el riesgo de que la combinación de un peso más fuerte y el fin de la recesión lleven a un crecimiento de las importaciones superior al de las exportaciones. Una de las preocupaciones es cómo las autoridades de Buenos Aires están manteniendo estable el tipo de cambio del peso frente al dólar. Recientemente, el gobierno anunció que reducirá el ritmo de depreciación mensual de la moneda al 1% en febrero, desde el 2% actual. Con una inflación mensual del 2,7%, es probable que el peso continúe apreciándose.

Los gestores de activos advierten que esta combinación de políticas podría incentivar un aumento de las importaciones sobre las exportaciones, erosionando el flujo de dólares al país. En la actualidad, los analistas del Banco Central proyectan un déficit de reservas extranjeras de entre 4.300 y 6.600 millones de dólares, según la firma Grupo Cohen, por lo que las exportaciones energéticas son clave para financiar ese déficit. Sin embargo, el tipo de cambio del peso actual refleja ese déficit, lo que quiere decir que reducirlo o directamente eliminarlo supondrá una apreciación casi automática del peso.
El superávit energético puede cubrir ese déficit. Se espera que este año aumenten las cifras vistas el año pasado, que ya fueron históricas. En el año 2024, Argentina registró un superávit energético de 5.700 millones de dólares, gracias a la ampliación de los oleoductos de shale oil (petróleo de esquisto extraído de su gran formación) que permitieron un aumento sustancial en las exportaciones de crudo y una reducción significativa en las compras de gas del exterior. Según la Secretaría de Energía, el país alcanzó una producción de 256 millones de barriles de petróleo, la más alta desde 2003, y una producción de gas natural que no se veía desde 2006. La tendencia es clara: Argentina está dejando de ser un importador neto de energía para convertirse en un actor clave en el mercado internacional de hidrocarburos. Este año, las previsiones son aún mejores, lo que supondrá un aumento de la entrada de dólares en la economía.
Estos dólares que entran en la economía de Argentina son más tarde intercambiados, en muchos casos, por pesos argentinos, puesto que el peso sigue siendo la moneda en la que se pagan salarios o se cumple con los impuestos. Una mayor entrada de dólares junto a una oferta de pesos cada vez más reducida puede generar esta peligrosa apreciación. Sobre todo, es peligrosa porque las principales parejas comerciales de Argentina están sufriendo una fuerte depreciación de sus divisas, como es el caso de Brasil y el real. Los brasileños podrían reducir sus importaciones procedentes de Argentina su el peso sube con intensidad.
Milei, en una entrevista con Bloomberg News en Davos, Suiza, afirmó que espera que la inflación siga desacelerándose, que la oferta monetaria del peso se reduzca y que lleguen nuevos fondos del Fondo Monetario Internacional antes de eliminar el crawling peg y levantar los controles de capital. «La cuestión es la velocidad», dijo Milei. «Obviamente, cuanta más financiación consigamos, más rápido podremos salir».
Perspectivas de los bonos
El potencial de un peso más fuerte probablemente limite el repunte de los bonos argentinos en dólares, que han registrado retornos de tres dígitos desde la llegada de Milei al poder hace más de un año, según datos recopilados por Bloomberg. «Es difícil ver que los bonos argentinos suban mucho más desde aquí», dijo Jeff Grills, jefe de deuda de mercados emergentes en Aegon Asset Management.
Otros, sin embargo, como Goldberg de BlackRock, ven más margen para ganancias. «Todavía parece haber un flujo de buenas noticias o catalizadores positivos que podrían seguir beneficiando al activo», comentó. Un nuevo acuerdo con el FMI, una mayoría legislativa para Milei en el Congreso y el fin de los controles de capital contribuirían a ello, añadió Goldberg.
Por ahora, los inversores deben confiar en la palabra de Milei de que desmantelará las restricciones cambiarias y de capital. «Estos controles no solo restringen la libertad, sino que también van en contra de los derechos de propiedad», declaró el presidente. «Como libertario, respeto la vida y la propiedad de las personas, y por supuesto, los voy a eliminar». Esto deja una importante lección: a veces ni tomando las decisiones más eficientes y adecuadas (según la teoría económica) se eliminan todos los riesgos. El éxito de Argentina viene acompañado de algunos riesgos que todavía pueden hacer descarrilar este naciente milagro.