Competir como el Permian sin ser EE.UU: el desafío estructural de Vaca Muerta

En la carrera por la eficiencia, Vaca Muerta cosecha avances notables. Pero el verdadero dilema para el shale neuquino no solo es si puede competir con el Permian en términos técnicos, sino si es sostenible hacerlo bajo las mismas reglas, sin las mismas condiciones.

Mientras en Estados Unidos los sets de fractura hidráulica superan los 220 activos y alcanzan volúmenes de hasta 590 mil toneladas por flota al año, Vaca Muerta muestra un desempeño técnico cada vez más competitivo: promedió 13 sets activos en el primer semestre de 2025, con más de 2,7 millones de toneladas bombeadas —y una proyección anualizada cercana a los 453 mil toneladas por set, según indicó José Morales, Technical Account Manager en Calfrac Well Services, en un posteo en Linkedin.

A su vez, los precios por tonelada de arena inyectada en Neuquén se mantienen apenas por encima de los estadounidenses, a pesar de operar con una escala significativamente menor.

Una importante compañía de servicios especiales consultada por +e advierte que no se puede pretender trasladar las expectativas de eficiencia del Permian sin las mismas condiciones estructurales, logísticas y operativas.

Según esa visión, la presión por bajar precios en el mercado local ha generado un proceso de “optimización forzada”, donde las compañías de servicios ajustan sus márgenes aun cuando operan en un entorno mucho más volátil que el estadounidense. El verdadero desafío es construir un ecosistema donde la eficiencia sea una consecuencia del entorno operativo, no solo una imposición de mercado, indican.

A diferencia de lo que ocurre en mercados más consolidados como el EE.UU., donde la eficiencia y la escala permiten compensar los márgenes ajustados, en Vaca Muerta, las variaciones en la actividad y los vaivenes en la continuidad de los proyectos tienden a generar distorsiones en la cadena de valor.

La triple clave de la eficiencia

Más allá de las métricas técnicas, el punto de inflexión en la comparación con el Permian está en la escala operativa, la continuidad de los programas de desarrollo y la previsibilidad del entorno. En Vaca Muerta, la fragmentación de actores y la intermitencia en los proyectos hacen más difícil replicar el modelo estadounidense.

“En EE.UU. hay planificación colaborativa de largo plazo entre operadoras, empresas de servicios y proveedores. Esa previsibilidad ha sido clave para sostener inversiones y construir cadenas de suministro eficientes”, remarcan desde el sector de servicios especiales.

En contraste, la industria local aún enfrenta cuellos de botella en infraestructura —como la logística de última milla o rutas colapsadas— y restricciones cambiarias que limitan el acceso a insumos importados y afectan la competitividad.

En Neuquén, esto se ve reflejado en algunos cuellos de botella en servicios críticos, transporte, logística, disponibilidad de insumos o mano de obra especializada, donde la capacidad de respuesta no siempre se alinea con la velocidad que exige la operación de fractura para maximizar su eficiencia diaria, medida en etapas o en horas de bombeo.

Se dispararon los costos

Pero si Vaca Muerta afronta desafíos, los campos maduros están en serios problemas. Un reciente informe de Moody’s Argentina confirma la creciente brecha entre el desarrollo convencional y el shale. Mientras los lifting costs en yacimientos tradicionales se dispararon hasta un 40% en 2024 —con márgenes EBITDA que cayeron al 30%—, Vaca Muerta logró resistir, aunque no sin sobresaltos y pérdida de competitividad: si bien sus márgenes se redujeron del 50% al 45%, se mantienen sólidos frente al contexto general argentino.

Las claves: mayor productividad por pozo, menores costos de extracción (USD 40-45/bbl en promedio) y nuevas infraestructuras que descomprimieron los cuellos de botella como la expansión del sistema de Oldelval y la ampliación de la terminal de Oiltanking en Bahía Blanca, que permitieron elevar la capacidad de evacuación a 540.000 barriles por día.

La presión por los precios

Es usual que desde las operadoras se apunte a las altas tarifas de las compañías de servicios, que son hasta un 35% superiores al Permian.

“La presión por ser competitivos puede terminar afectando la calidad del servicio, la inversión en mantenimiento, la seguridad o la formación del personal”, indicaron desde otra compañía. Y no es una advertencia menor: la fractura hidráulica es una industria intensiva en conocimiento y capital humano, donde reducir costos sin perder eficiencia es una operación quirúrgica.

Los pequeños y medianos proveedores, si bien han mostrado capacidad de adaptación, se enfrentan a una realidad dura: no pueden igualar los precios de Estados Unidos si no cuentan con la misma infraestructura, logística ni escala. “También es cierto que, en ciertos servicios donde la oferta es limitada, los precios terminan estando definidos por la ley de oferta y demanda, más que por procesos de optimización de costos”, aseguran.

Vaca Muerta tiene una oportunidad única: no necesita copiar al Permian para ser exitoso, sino construir un modelo que combine eficiencia, previsibilidad y sostenibilidad. La clave está en pensar más allá del precio y enfocarse en cómo generar valor a lo largo de toda la cadena de servicios, desde la arena hasta el talento humano.

El verdadero desafío es construir una industria que pueda crecer, invertir, innovar y sostenerse en el tiempo. La industria en Estados Unidos demuestra cómo la previsibilidad en los programas de desarrollo, sumada a la escala operativa, fue clave para optimizar costos, consolidar cadenas de suministro eficientes y sostener inversiones en tecnología e infraestructura.

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