Vaca Muerta: la receta para llegar a 240.000 empleos en cinco años

El escenario más optimista proyecta que Argentina exportará por u$s 40.000 millones hacia 2030,. Entre el boom y el agotamiento, los pasos para que el sector energético «derrame».

 El sector energético proyecta un pico de u$s 40.000 millones en exportaciones hacia el 2030 lo que impactará, en el mejor escenario en hasta 240 mil nuevos empleos;  sin embargo, los actores de la cadena de valor muestran señales de agotamiento: la búsqueda constante de eficiencia se traduce en una reducción de costos que «ahoga».

 

Pese a la efervescencia que rodea la actividad de hidrocarburos y el potencial que se proyecta en GNL, minería, litio e incluso energía nuclear, a más de 20 meses de gestión liberal, «los números no cierra», plantean empresarios que proveen insumos, servicios, maquinaria a estos sectores.

 

Mientras Vaca Muerta se consolida como un polo de desarrollo dinámico y el sector alcanza un histórico superávit de u$s 3761 millones en el primer semestre, los pasillos de La Rural reflejaron una dualidad palpable: el entusiasmo por el crecimiento y el agotamiento de quienes luchan por sostener la actividad.

 

Ernesto López Anadón, titular del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG), destacó el «desafío titánico» de alcanzar el millón de barriles diarios en Vaca Muerta, una meta que exigirá la creación de una nueva industria. Sin embargo, no todo fue optimismo en la Argentina Oil & Gas Expo 2025 (AOG 2025).

Según especialistas de la consultora Aleph Energy, aunque el sector tiene el potencial de generar un flujo vital de dólares para el país, las proyecciones de crecimiento masivo en insumos, empleo y ductos (con una demanda de hasta 12 mil kilómetros de nuevas tuberías en el año pico) contrastan con la realidad de muchos actores locales.

El informe elaborado para IAPG, estima que en el año pico se requerirán entre 30 y 43 mil trabajadores de forma directa (60% del empleo directo actual en upstream hidrocarburos) y en total entre 180 y 240 mil trabajadores (incluyendo indirectos).

En ese sentido, el informe destaca el rol de las pequeñas empresas al señalar que las 37 más grandes de oil y gas son abastecidas por 9957 proveedores, de los cuales el 78% son pymes (7734) de diversos sectores.

En total, la cadena de proveedores facturó casi u$s 4000 millones al año, en promedio, entre 2019 y 2021 a estas 37 grandes empresas. «Será un gran desafío para la cadena de valor incrementar su capacidad para poder abastecer a los escenarios medio y alto de desarrollo», explicaron desde Aleph Energy.

Aunque para el largo plazo el panorama es «bueno», los eslabones del sector, especialmente las micro, pequeñas y medianas empresas, encienden luces amarillas. Afirman que la prolongada incertidumbre económica ha «agotado» sus márgenes.

«Estábamos preparados para un año de recesión», dicen y aseguran que al sector energético le «falta combustible» para esperar los tiempos de la política y su impacto en la macro y la micro. Este panorama traza una disyuntiva: «ya no queda margen para ser más eficientes».

 

La búsqueda por optimizar y reducir costos  ha llegado a un extremo que «ahoga», llevando a una situación donde no hay más capital para invertir, los costos de los servicios se disparan, el dólar sube y el personal ya se redujo al mínimo.

«Todos queremos que funcione, pero la ecuación sólida no está cerrando», indicó Leonardo Brkusic, director Ejecutivo del Grupo Argentino de Proveedores Petroleros (GAPP).

Como reflejo, aportó que el 30% de las empresas están trabajando con una capacidad ociosa de más del 50%, con suspensión de turnos, despidos y adelanto de vacaciones.

«Mientras a las grandes compañías y fondos internacionales se les ofrece estabilidad a través del RIGI, los que venimos invirtiendo para preparamos para el boom de Vaca Muerta, ahora con la apertura tenemos que competir mano a mano con China», cuestionó.

Desde Grupo L,  empresa que alimenta a mas de un millones de personas por día en diversos sectores de la economía, explican que la actividad energética  demanda mayor nivel de inversión en infraestructura, transporte, logística y trazabilidad -por sus condiciones en espacios remotos e incluso aislados de la urbanidad-.

 

«Estamos buscando permanentemente la eficiencia no sólo en costos sino en impacto ambiental, tratamiento de residuos, interacción con las comunidades locales», coincidió Walter Ardisone, gerente de Operaciones de GL Support Sitios Remotos.

El ejecutivo contó que existe compromiso con el desarrollo de proveedores locales a través del programa «Compre Pyme» y que, incluso, afrontan costos más altos para fomentar la adquisición de maquinaria y equipamiento a los emprendedores zonales, aun así reconoció que la actualidad golpea más sobre estos últimos eslabones.

«Tenemos la seguridad de que la industria energética es uno de los sectores donde nuestro país se debe apalancar para desarrollarse y nosotros estamos acompañando ese desarrollo», aseguró Ardisone. La firma trabaja en la  construcción de una planta elaboradora de alimento y un centro de distribución en Vaca Muerta.

A la par del factor económico se juega la necesidad de coordinación que afecta temas sensibles como la infraestructura y la sostenibilidad. Este fue uno de los ejes del seminario «La infraestructura energética, desafío y oportunidades para un futuro sostenible» organizado por Cipecc y la Embajada de Francia en la Argentina.

Romain Nadal, representante del gobierno francés en la Argentina destacó el «formidable» potencial de nuestro país con abundantes recursos pero alertó que la infraestructura representa un «cuello de botella» para el desarrollo de proyectos energéticos y mineros.

En sintonía, Miguel Scozzari, titular del Movimiento Productivo Argentino, aseguró que «ningún récord de producción puede celebrarse si debajo de él late un territorio enfermo».

«La verdadera riqueza no está solo en el gas y el petróleo del subsuelo, sino en la capacidad de un país de generar prosperidad sin destruir el entorno natural que la hace posible», agregó.

El dirigente pone el foco en Loma La Lata, un territorio de la comunidad mapuche Kaxipayiñ, donde persisten aguas subterráneas contaminadas con hidrocarburos, pozos mal abandonados y pasivos ambientales acumulados durante décadas.

El crecimiento productivo también genera un volumen de residuos que supera la capacidad de tratamiento. Según precisó Scozzari entre 2022 y 2023 los desechos peligrosos aumentaron un 35,2%, alcanzando más de un millón de metros cúbicos en un solo año.

«El Estado no puede limitarse a celebrar indicadores de crecimiento», reflexionó y señaló que debe fiscalizar, transparentar los expedientes ambientales y garantizar que «los ingresos extraordinarios de Vaca Muerta se administren con visión de largo plazo».

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