La guerra comercial global volvió a escena con fuerza. A partir de las 0 horas del miércoles 9 de abril, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, oficializó un paquete de aranceles “recíprocos” que afecta a casi un centenar de países, elevando las tarifas de productos importados a EEUU a niveles inéditos desde antes de la Segunda Guerra Mundial.
China, segunda economía mundial, es el principal blanco del paquete: sus exportaciones a EE.UU. enfrentarán un arancel del 104% o más. Pero la Unión Europea, los países del sudeste asiático, México y las naciones del Mercosur también figuran entre los afectados.
Para LATAM, el nuevo esquema arancelario implica un sobrecosto genérico del 10%, aplicable a prácticamente todas las exportaciones con destino a Estados Unidos. Mientras que en el caso de la UE, el incremento es del 20%, mientras que para Vietnam, Laos y Camboya, los nuevos aranceles superan el 45%.
El impacto directo para las renovables será doble: por un lado, la presión arancelaria sobre insumos y minerales estratégicos importados; y por el otro, la disrupción logística provocada por la volatilidad en el precio del petróleo que influye en el costo de los fletes.
“Toda crisis de comercio y económica impacta en los proyectos que requieren de insumos importados, porque hace que los valores arancelarios y logísticos se encarezcan y suban” sostuvo María Florencia Zanikian, consultora de negocios especialista en comercio internacional, en diálogo con Energía Estratégica.
“Los fletes son una de las principales cuestiones que tienden a dispararse cuando hay crisis de algún tipo, en este caso por la volatilidad del precio del petróleo y la tensión comercial en general, impactando tanto a los exportadores como a los importadores. Si a esto le sumamos que hay una guerra comercial entre los dos máximos productores comerciales, el alcance que eso puede tener realmente hoy no lo podemos dimensionar”, agregó.
Asimismo, las decisiones internas del Gobierno estadounidense profundizan el sesgo anti ambiental. Ni bien regresó a la Casa Blanca, Trump declaró una emergencia energética nacional, eliminó restricciones a la extracción de combustibles fósiles, a la par que decidió retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París y quitó incentivos fiscales a las energías renovables.
Mientras que días atrás firmó decretos para que centrales eléctricas a carbón obsoletas sigan operando, dio prioridad a nuevos arrendamientos para minería de carbón en tierras federales.
“Todo ello puede dar una ventaja competitiva a esas industrias hidrocarburífera frente a las ERNC, y más si consideramos que éstas últimas vienen corriendo de atrás”, subrayó Zanikian.
“A eso se le suma que muchos mandatarios, no creen en la crisis climática y no están dispuestos ni a invertir dinero ni tiempo en su mitigación. Por lo que las medidas pueden afectar los compromisos ambientales a nivel regional o mundial”, añadió.
Aunque la gran pregunta es qué harán el resto de países, si se pondrán firmes en avanzar con los compromisos climáticos o no, o si estarán más centrados en desviar recursos y atención hacia la reconfiguración de sus cadenas de producción, en lugar de acelerar sus transiciones verdes.
LATAM frente al nuevo orden comercial: amenazas y oportunidades
El contexto de inestabilidad bursátil que acompaña la entrada en vigor de los aranceles también impacta directamente en las inversiones en energías limpias. La consultora de negocios especialista en comercio internacional advirtió que “el mercado bursátil está en caída y eso hace que las empresas replanteen sus estrategias”.
Y en un contexto donde las decisiones comerciales se politizan, los proyectos —especialmente los que dependen de financiamiento externo o importación de equipos— enfrentan mayores riesgos de postergación o cancelación.
Sin embargo, en medio del ruido comercial, pueden surgir oportunidades para América Latina, como la aceleración de un acuerdo en el MERCOSUR y mayores negociaciones entre los países de la región ante la dificultad de ingresar productos a Estados Unidos de manera competitiva.
“En algún momento las renovables deberían observar un poco la industria automotriz del MERCOSUR y la integración vertical que tienen Brasil y Argentina, en donde entre los dos países construyen todo el proceso para armar los autos y abastecer a sus mercados locales y exportarlos”, sugirió Zanikian.
Según la experta, una estrategia compartida en ERNC permitiría alcanzar economías de escala y reducir costos, distribuyendo etapas del proceso entre distintos países de la región para llegar a precios competitivos.
“Cuanto más se pueda reducir la dependencia que tiene a mercados sujetos a aranceles elevados, es más fácil encontrar a quién le vende el producto a menor arancel y menor costo logístico de llegar”, aconsejó la especialista, a la vez que remarcó la necesidad de revisar integralmente las cadenas de suministro, desde la compra de insumos, la logística hasta que llega a destino y el proceso de pago al exterior.
Además, el sector, en este nuevo entorno, deberá mantener una vigilancia activa sobre las políticas comerciales, invertir en innovación tecnológica y promover asociaciones regionales para robustecer su autonomía operativa, dado que el giro de Trump no solo plantea un desafío coyuntural, sino que puede redefinir las normas para la transición energética a escala global.
“Podemos ir desde que sea simplemente una crisis en el comercio a directamente que sea una crisis económica con una recesión mundial por el cambio de las reglas de juego”, concluyó Zanikian.