Hermitte elevaría la memoria de su gestión al Ministerio de Agricultura con la aclaración pertinente. “Considero conveniente llamar la atención de V.E. -planteaba Hermitte- sobre el hecho de haberse atribuido a una mera casualidad el descubrimiento del petróleo en Comodoro Rivadavia. No hay tal, sin duda. El propósito que se persigue y que siempre se ha hecho resaltar es única y exclusivamente investigar el subsuelo. Nada de extrañar que al ubicar una perforadora se haga en regiones desprovistas de agua y nada casual que se encuentre en el curso de la perforación de un yacimiento de petróleo o carbón, desde que se trata, por así decirlo, de elementos constitutivos de la corteza terrestre”.

El Código de Minería era la única legislación que involucraba a los hidrocarburos en esos tiempos, algo que era entendido por los técnicos como peligroso. Los privados pedían permisos de cateo para especular con el valor de la tierra (todavía existen algunos yacimientos como “dominios mineros” en el sur chubutense).
Los intereses políticos en torno a seguir importando carbón inglés y galés hacían que los planes exploratorios fueran prácticamente boicoteados.
El plan, entonces, consistió en emitir un decreto del presidente Figueroa Alcorta el 14 de diciembre, el día después de comunicarse el hallazgo, para fijar la reserva nacional del yacimiento.
El telegrama enviado por Beghin y Fuchs el 13 diciembre de 1907 señalaba: “Perforación sigue bien profundidad quinientos treinta y nueve metros. Inyección sube siempre espesa con kerosene. Aumentó muy poco. Se está en un terreno que es casi imposible pasarlo de tan duro. Garantizamos que es kerosene de la mejor calidad. Todo en buen estado”.
